Garcia: “El gran reto es que veamos la basura como una materia prima”

El concejal de Gestión Integral de Residuos del Ayuntamiento de Castelló, Ignasi Garcia, destaca el avance en sostenibilidad gracias a la recogida selectiva de residuos orgánicos

Garcia: “El gran reto es que veamos la basura como una materia prima”

Hace poco más de un año, la ciudad de Castelló dio un paso más en la recogida selectiva de residuos con la implantación del contenedor marrón para convertir la materia orgánica en compost. Un contenedor que también se ha implantado en forma de cubo en los hogares castellonenses, con los y las educadoras ambientales como grandes aliados en el reciclaje, reducción y reutilización de los residuos. Ignasi Garcia, concejal de Gestión Integral de Residuos del Ayuntamiento de Castelló, considera que se han dado grandes pasos, aunque es necesario un compromiso firme por parte del Gobierno de España y de los grandes productores. Así lo destaca en la segunda parte de la entrevista con Castelló Extra.

En los últimos años se han puesto en marcha grandes campañas de concienciación ambiental. ¿En qué punto se encuentra la ciudad de Castelló?

En Castelló hemos hecho una apuesta muy grande por la economía circular. La gente tira cada día la basura, pero cada vez hay menos materias primas, y el coste para fabricarlas es muy alto. Tenemos que reducir y reutilizar al máximo y tenemos que intentar implementar sistemas que ayudan a que las materias primas se regeneren. Por eso, la ciudadanía tiene que separar en casa y nosotros, como institución, tenemos que poner los mecanismos para hacerlo posible, decir qué es o no es orgánico. Todas estas cosas generan conflictos, pero también es verdad que la mayoría de la gente es consciente que lo tiene que hacer, aunque después implementarlo es distinto. Afortunadamente, cada vez hay más gente que hace ese esfuerzo, de hecho, los educadores ambientales se están encontrando a gente que no quiere saber nada de ellos, pero también a mucha gente que les pregunta cómo tienen que hacer las cosas e incluso se apuntan sus consejos para implementarlos en casa.

El problema es que la recogida de basura es una competencia municipal, si no nos apoyan desde arriba es complicado. Si tenemos una ministra de Industria, que no exige ni promociona ecodiseño, y su única aportación ha sido salvar la Semana Santa, y no ha hecho ni está haciendo nada por el medio ambiente, no podemos hacer grandes pasos. Han sido las empresas las que están potenciando la separación y el uso de nuevo materiales. Desde el gobierno no lo están potenciando ni lo están legislando.

Este es el gran reto, que la basura se vea como una materia prima. En este aspecto, cuando nosotros hicimos el ecofòrum el pasado mas de noviembre en la UJI, yo creo que una de las grandes mesas redondas fue en la que planteábamos el gran reto que tiene delante la industria del plástico, que es el reciclaje químico. Básicamente, porque ahora tenemos mucho de plástico que se recicla en productos de menor calidad, y esto no es viable. No se trata solo de reciclar mucho, también tenemos que reducirlo. El plástico ha sido muy útil en muchos aspectos, ha servido para higienizar o porque las herramientas llegan esterilizadas a la industria sanitaria, por ejemplo. Pero el uso y abuso que basura no puede durar eternamente. Y aquí entra el tecnoptimismo de los que piensan que se inventarán fibras vegetales que lo solucionarán todo y los que piensan que no, que todo no puede ser tecnoptimismo y que hay asuntos graves que implican necesariamente un cambio en nuestra vida.

Para los ayuntamientos, es muy complicado llegar a los objetivos que nos marca Europa, que es que solo el 10% que consumimos acabe en un vertedero y que el otro 90% esté dentro de una economía circular.

Pero, ¿es posible?

Pensamos que es un porcentaje asumible para 2035. Pero la dificultad no es tanto la recogida. Al final, tenemos tecnología para las plantas, tenemos maneras de organizar la recogida y en otros países se ha llevado a cabo, el tema es cómo lo hagamos. La clave está en el cambio de actitud, porque los intentos que ha tenido que introducir formas de recogida que incrementan la separación a veces han tenido problemas.

Está el caso famoso de San Sebastián, cuando Bildu lo intentó, pero no pudieron. Todavía así, hay casos de éxito, en municipios pequeños, por ejemplo el último municipio de la Comunitat Valenciana que ha entrado es Ibi, que tiene más de 20.000 habitantes. Nosotros, en Castelló, tenemos Vistabella, este año empiezan Benlloch y Les Alqueries, y queremos empezar con seis municipios del Millares, donde incluimos en Montanejos con sus ochocientas plazas hoteleras.

Hay muchos pueblos que sí que tienen interés a llevarlo a cabo. De hecho, nosotros tenemos una línea concreta de ayudas a la recogida puerta a puerta para ponerlas en marcha, puesto que este tipo de recogida selectiva te hace separar mucho más. No solo se trata de separar, también se trata de cómo lo han diseñado las empresas, cómo se ha hecho y la capacidad de recuperar lo máximo posible. Si seguimos esos indicadores, podemos llegar también.

En este punto es muy importante también el plan de ecoparques, que la gente lleve madera a los ecoparques, y evitar también los vertederos ilegales. Lo que estamos viendo últimamente es que a la basura se echa de todo. Parece que los contenedores se hayan convertido en elementos que lo tragan todo, como ha pasado con el atasco producido por las toallitas higiénicas y los bastoncillos.

Al final es una cuestión de actitud, y de cuáles son los valores que ponemos delante, si es nuestra comodidad y nosotros como individuos o si entendemos que nosotros formamos parte de una colectividad, y que hay cosas que no podemos hacer. Este es el gran reto que tenemos y la gracia de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible), que los vemos de una manera global.

Con motivo del Día de la Educación Ambiental, habéis informado que desde la implantación del contenedor marrón en la ciudad se han recuperado casi tres mil toneladas de materia orgánica que después se ha convertido en compost. ¿Cómo valoras esta primera cifra?

Ahí intervienen varios factores. Una cosa es aquello que recuperamos y otra cosa es lo que nos sobra de materia orgánica. Esta es una de las estrategias de los ODS, que la alimentación sea saludable, suficiente, sostenible y sabrosa. De hecho, yo quiero avanzar en líneas de trabajo sobre el equilibrio alimentario. La orgánica tiene ese hándicap, que nosotros cuando hablamos de basura o de toneladas, muchas veces nos olvidamos de la dieta, y la pregunta es: ¿tendríamos que tener tanta materia orgánica? Si tenemos un consumo adecuado y se redujera la cantidad de residuos orgánicos que se echan en las casas, quizás no haría falta.

Pero esa no es la situación que tenemos. Ahora mismo, Castelló está echando a la basura unas 18.000 toneladas de orgánica al año aproximadamente, pero no hace ni un año que lo tenemos en marcha. Esto implica que tu cocina necesita más de un cubo, implica que tienes que hacer una separación que antes no hacías, que cambias tu mentalidad. A principios de 2019, antes de que empezásemos la legistatura, en Castelló habría unos 5.000 contenedores de ‘todo uno’ y unos 1.200 de selectiva. Ahora, habrá unos 4.000 de ‘todo uno’ y estaremos entorno a 3.500 de selectiva. Yo creo que podemos acabar la legislatura estando a la par.

Esto es como el cinturón de seguridad. Antes no había en la parte de atrás, no se fabricaban, mientras que ahora no te subes sin ponértelo. Por lo tanto, ahora estamos en esa primera fase de estar a la par de países europeos, de concienciación… y esa es la campaña en la que trabajamos principalmente con el lanzamiento de las revistas ‘Ara què fem?’ y de los educadores ambientales. Antes de empezar la legislatura creo que solo teníamos a una persona, mientras que ahora tenemos a 30 personas concienciando a la gente, ayudando a la gente a hacer el cambio. ¿Es un éxito? Claro, porque veníamos de donde veníamos.

Tenemos que trabajar más con grandes productores, como es la hostelería, gran castigada por la pandemia, pero es muy difícil por su situación, un hándicap en que, a pesar de esto, encontramos una buena predisposición. Se ha buscado ir a lo fácil y lo fácil y barato no es sostenible. El resultado han sido vertederos de basura llenos.

De hecho, desde el ayuntamiento habéis hecho un estudio que muestra que el 22% de la hostelería de la ciudad no recicla. Una cifra bastante elevada, ¿no es así?

Las encuestas son encuestas. Un 22% dice abiertamente que no recicla, pero también hay que pensar que no todos reciclan del mismo modo. A raíz de este estudio, estamos instalando más iglús de vidrio, por ejemplo. La hostelería es la que más vidrio utiliza y hemos trabajado en ellos para ver necesidades. Se han dado cubos con carros y se ha intentado junto a todas las peticiones poner contenedores con bocas más anchas para que sea más fácil echarlo para los hosteleros y hosteleras.

Ahora habéis lanzado la revista ‘Ara què fem?’, de educación ambiental. ¿Tenéis prevista otra gran campaña en 2022?

Esta es la gran campaña, porque la idea es que llegue a 65.000 domicilios de Castelló, que serían la totalidad de la trama urbana. Entiendo que es la campaña más potente. Se acaban las excusas, porque nos encontramos con una guía muy bien hecha por diseñadores de Castelló. Y la otra gran campaña que queremos hacer es seguir impulsando la separación de orgánica. Estamos repartiendo bolsas de basura y queremos comprar entre 5.000 y 10.000 cubos marrones para que estén incorporados en las casas.

Muchos de los que repartimos son para gente que está concienciada y poco a poco vamos haciendo campaña. Los educadores ambientales trabajan con asociaciones de vecinos, con gente mayor, en FAMPAS, comercios… y cuando podemos, intentamos colaborar con administraciones para facilitar llegar a muchísima gente. Conscientes de que hay empresas que dan pasos hacia el ‘0 waste’ cambiando sus formas de trabajar, queremos colaborar con ellos para que esto lo trasladen a casa sus trabajadores y trabajadoras. El motivo de todo esto es que la sociedad de Castelló en dos años va a soterrar bajo suelo tanta basura que podría llenar el Estadio de Castalia. No me canso de decirlo. Dependiendo del año se entierran entre 40 y 50.000 toneladas de basura y hay que tener en cuenta que una tonelada de basura tratada ocupa un metro cúbico. Es una cantidad enorme de basura.

¿Cómo están trabajando los educadores ambientales?

Los introdujimos con la modificación del contrato y yo creo que es un gran avance desde el punto de vista de la educación ambiental. Es una especialidad que no existía, antes trabajaban con campañas cortas, se utilizaban para salir en las fotos, mejorar la imagen, había mucha precariedad… y ahora el hecho de hacer contratos con estabilidad laboral, que trabajan en una línea de trabajo muy clara, que cuentan con recursos complementarios… hace que consigamos estrategias muy buenas. Los educadores de Castelló son 5 personas que necesitan más tiempo, pero los de la Diputación que van a pueblos de menos de 5.000 habitantes han conseguido trabajar la separación, la reducción, hacer talleres de jabón… y lo que antes era separar el aceite ahora es hacer jabón, por ponerte un ejemplo.

Una campaña que me encantó que hicieron desde el Consorcio C2 era de decoración navideña con materiales reciclados, una contraposición a ese despilfarro de luces que se puede hacer típica. Se hizo con la gente del pueblo, involucrando a gente de todas las edades… de ropa y envases usados, pintura y poco más hicieron una decoración de Navidad de la plaza mucho chula.

Al final vemos que el trabajo que hacen los educadores está yendo muy bien porque en los pueblos interiores, por ejemplo, vemos comercios que ya trabajan desde el punto de vista sostenible, que reutiliza, busca como producir… ahí ves esperanza, y el tema es cómo con más tiempo, podemos lograr el reto de contener.

¿En las grandes ciudades se tiene que aprender más de los pequeños municipios en materia de sostenibilidad?

Yo creo que son situaciones diferentes y esto hace que tengan necesidades diferentes. Vivir rápido hace que no tengas tiempo para las cosas que necesitas. Necesitas más comer preparado, ir más de un lugar para otro… y si tenemos más tiempo para nosotros, vemos que hay que comprar algo más fresco, evitar envases… por ejemplo, un coche que no corre mucho, gasta más gasolina. Tener tiempo te ayuda a no consumir tanto y la vida en las grandes ciudades, como pueda ser en Castelló, implica mucho gasto que con más tiempo lo tendríamos compensado. No se puede comparar porque las realidades son diferentes.

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