Investigadores de la Universitat Jaume I de Castellón han constatado que la inteligencia emocional ha jugado un papel significativo en el impacto del estrés generado por la pandemia en el rendimiento laboral. Concretamente, el estudio ha puesto de manifiesto que aquellas personas que presentan una mayor inteligencia emocional han sabido minimizar la influencia de la situación epidemiológica y han mostrado mejores niveles de desempeño laboral y menos comportamientos laborales contraproducentes.El estudio titulado «COVID-19: How the stress generated by the pandemic may affect work performance through the moderating role of emotional intelligence» es el primero en examinar el efecto moderador de la inteligencia emocional en el rendimiento laboral durante la crisis del coronavirus y ha sido publicado en la revista Personality and Individual Differences por los investigadores Max Sadovyy, Martín Sánchez-Gómez y Edgar Bresó del Departamento de Psicología Evolutiva, Educativa, Social y Metodología de la Universitat Jaume I.La inteligencia emocional se describe como la facultad de percibir, facilitar, comprender y gestionar las emociones propias y ajenas que podría considerarse como un recurso que puede cumplir una función similar a la desempeñada por el resto de recursos laborales. Por ello, las personas con alto cociente emocional, durante la época del coronavirus, parecen haber sido más conscientes de las emociones que experimentaban y han podido gestionarlas de un modo más óptimo; han mostrado más solidaridad hacia personas afectadas por el impacto de estrés y otros sentimientos negativos y, por tanto, son más adaptativos no solo al estrés, sino a cualquier tipo de emociones disruptivas. En definitiva, una mayor inteligencia emocional presenta la ventaja de saber identificar con mayor facilidad las fuentes de estrés para así dirigir la atención hacia ellas y afrontarlas de forma más adecuada, lo que se traduce en un mejor rendimiento en el trabajo en comparación con las personas que no cuentan con este activo emocional.El estudio contó con una muestra de 1.048 participantes con un perfil de 35 años de media de edad, una experiencia laboral de alrededor de 13 años y una antigüedad media en la entidad de siete años. También se tuvo en cuenta que estuvieran representados los diferentes niveles educativos (estudios de primaria, secundaria, formación profesional y universitarios) y diversos sectores profesionales (educación, sanidad, industria, hostelería, turismo o comercio). Los participantes rellenaron tres cuestionarios con los que se evaluó su nivel de inteligencia emocional, el estrés generado por la COVID-19 y el rendimiento laboral para así establecer el grado de asociación entre estas tres variables.Los resultados revelan que existe una correlación entre el impacto directo del estrés generado por la pandemia y el rendimiento laboral de los empleados y confirman el papel amortiguador frente al estrés que juega la inteligencia emocional y, por tanto, su relevancia como medida preventiva. En este sentido, los investigadores señalan la importancia de desarrollar e implementar programas de intervención que promuevan la inteligencia emocional para fomentarla y conseguir ambientes de trabajo más saludables.