El Ayuntamiento de Borriana trabaja en la solicitud de declaración de Bien de Interés Cultural del yacimiento de Torre d'Onda, uno de los más importantes de la provincia de Castelló y que destaca por la gran riqueza de los materiales cerámicos descubiertos, muchos de ellos piezas prácticamente completas, así como por su ubicación en la costa.Se trata de un yacimiento íbero y romano que se extendería desde la acequia del Rajolí hasta el camino de la Serratella y desde la calle Girona hasta sobrepasar la calle Berlús.El edil de Patrimonio, Vicent Granel, ha explicado la necesidad de proteger un yacimiento con la importancia del de Torre d’Onda para “poder trabajar en él con total tranquilidad y, sobre todo, con perspectiva de futuro para realizar una excavación importante”.Debido a la gran importancia de este yacimiento, el Ayuntamiento, a través del Museo Arqueológico Municipal, prepara la documentación para solicitar a la Generalitat Valenciana que el yacimiento de Torre d’Onda y su entorno inmediato sea considerado Bien de Interés Cultural (BIC), figura legal que otorga la máxima protección a nivel urbanístico y patrimonial.En la actualidad, toda la zona cuenta con protección arqueológica, pero esta nueva figura legal de BIC permitirá dar la máxima protección al yacimiento, que hoy se encuentra afectado por múltiples edificaciones recientes.Así, dentro de los futuros planes de actuación se podría contar con la posibilidad de dedicar a zonas verdes arqueológicas las escasas parcelas dedicadas actualmente al cultivo, impidiendo nuevas edificaciones en estos espacios.
El poblado de Torre d’Onda
El poblado marítimo de Torre d’Onda se conoce desde hace casi 500 años gracias a los escritos de los diversos cronistas, ya que lo cita en 1564 Martí de Viciana y en 1611 Gaspar Escolano. Ya a principios del siglo pasado, varios historiadores como Carlos Sarthou, Manuel Peris Fuentes, Tomás Utrilla o Norberto Mesado dan noticia de importantes hallazgos en el yacimiento.La zona en que se encuentra enclavado es una franja de marjalería que se extiende paralela al cordón litoral de gravas y arena, llamado el Serradal. En medio de las ciénagas, formadas por los afloramientos de las aguas subterráneas que el Serradal impedía desaguar al mar, hay aún una zona en que la costra calcárea o piñón se encuentra más superficial, creando una especie de plataforma elevada.Este fue el lugar donde se asentó un antiguo poblado íbero. Los arrasamientos del suelo y las nivelaciones para la plantación de los naranjos desparramaron los restos arqueológicos, muchos de los cuales fueron lanzados al mar o aprovechados para la construcción de los lindes y alquerías.Desde el Museo Arqueológico de Borriana, Norberto Mesado realizó varias excavaciones entre el año 1968 y 1993. Con éstos datos el historiador Ferran Arasa formuló una de las hipótesis de interpretación del yacimiento con dos fases o momentos de ocupación: una de época romana republicana y otra romana altoimperial.A la primera correspondería un poblado marítimo de cierta extensión organizado en dos o tres calles paralelas y con habitaciones de reducidas dimensiones como embarcadero para la navegación de cabotaje, y también de un lugar para la reparación de barcos. Pudo tratarse, pues, de un poblado marinero, punto de atracción para la navegación de cabotaje y reparación de barcos, y centro comercial para la importación de productos itálicos, como el vino, y su distribución entre los poblados ibéricos y las incipientes villas que irían extendiéndose por la Plana.De esta forma, debió formarse por las necesidades del intenso tráfico comercial que caracteriza la etapa republicana, quizá en la segunda mitad del siglo II, alcanzando su auge ya en los inicios del siglo I aC. Posteriormente, y a la vista de la documentación arqueológica, se cree probable la existencia de una villa romana de cierta importancia en este lugar.Por otra parte, la campaña realizada a finales de 2007 por el Museo Arqueológico Municipal aportó interesantes resultados que de alguna forma renuevan y amplían los conocimientos sobre la zona. Así, aparecieron indicios de una ocupación más antigua, quizá de la Edad de Hierro, con cerámica a mano o a torno lento en muy escasa cantidad, cimentaciones de dos hiladas paralelas de bolos y cantos rodados posiblemente orientadas hacia sendas o caminos, recubiertas por una fina capa de gravilla.En todos los casos este nivel se encuentra totalmente arrasado y afectado por zanjas y fosas rellenadas principalmente de material ibérico que básicamente se compone de ánforas y pequeñas vasijas.En la actualidad, desde el Museo Arqueológico se cuenta con la colaboración de prestigiosas entidades dedicadas a la investigación arqueológica, como la Universitat Jaume I, la Universitat Politècnica de València o el Servicio de Investigación Prehistórica y Arqueológica de la Diputación de Castellón.